Zenón Guillén detectó a principios de la década que la televisión, la publicidad y el cine comenzaban a reflejar un cambio en la actitud de los españoles ante el sexo. Este joven empresario catalán tuvo entonces la idea de crear No es Pecado, una cadena de tiendas eróticas con un espíritu lúdico que rompe con la imagen sórdida y semiclandestina de los sex shops tradicionales. Con 15 franquicias abiertas y otras 35 en camino, ya piensa en dar el salto al exterior. Puedes ver la guia de franquicias en http://www.gaf-guidefranquicias.com/.
«Hasta hace cinco años no había estado en un sex shop», explica Guillén, de 36 años. «Entré por curiosidad en uno y me sentí tan incómodo por lo que vi, olí y sentí que pensé en darle la vuelta al negocio y hacer algo que me hiciera sentir cómodo».
No es Pecado abrió su primer establecimiento en Badalona en 2004, y dos años después nació en Mataró -hoy sede de la empresa- su primera franquicia. Pronto abrirían tiendas en Almería, Bilbao… hasta las 15 existentes en España. Socio único de la compañía, Guillén planea tener 50 puntos de venta antes de fin de año y piensa expandir sus franquicias hacia países mediterráneos de cultura sexual similar a la española.
¿Qué hace diferente a No es Pecado? Guillén responde que, a diferencia de las sex shops, en sus locales no hay cabinas para ver películas o espectáculos porno, y que todas tienen un horario comercial normal y fachadas que permiten al peatón ver todo el interior desde la calle. «No tenemos nada que esconder», afirma el creador de la franquicia, quien considera fundamental dar «una imagen sencilla y elegante, de limpieza y de servicio personalizado al cliente».
Decoradas con colores alegres, en los pequeños locales de No es Pecado se venden velas e inciensos para crear ambiente, novelas de la editorial La Sonrisa Vertical, lencería de importación, juegos eróticos para parejas, consoladores y artículos de broma para despedidas de soltero. Lo que mejor acogida tiene, dice Guillén, son productos que se anuncian en televisión o salen en series como Sexo en Nueva York. «La falta de cultura erótica en España hace que cualquier cosa que salga en la tele se convierta en un boom y se dispare la demanda». No es pecado también vende por Internet y da gran importancia a la formación de sus franquiciados, que recibén un curso de la sexóloga Sonia Bernabeu antes de abrir sus locales.
En la tienda del barrio madrileño de Moratalaz, uno de los productos estrella es un patito vibrador de color amarillo que cuesta 30 euros. El artículo más caro es un columpio para ensayar posturas sexuales, a 230 euros. El local está plenamente integrado en una pequeña calle comercial, junto a una carnicería, una joyería y un bar. Su propietaria, Rosa Turienzo, explica que la gente entra en la tienda con muchas reservas, pero que la mayoría se deshinibe y algunos acaban contándole sus propias historias sexuales. «A veces paso algo de vergüenza, pero es divertido», dice Turienzo, de 30 años, quien destaca que sus mejores clientes son mujeres.
María Dolores Sevillano, directora de consultoría de Tormo & Asociados, recalca que el sector de las tiendas eróticas -muy desarrollado en Francia y Reino Unido- ha despegado en España en el último año, lo que demuestra que había un vacío en el mercado. «La clave es que las tiendas van dirigidas sobre todo a mujeres y a parejas, un público que antes no tenía cómo acceder a este tipo de productos y servicios», subraya.
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